Tampoco es culpa de Sánchez que el PSOE no haya adoptado nunca una postura clara frente al nacionalismo, que lleve treinta años siendo simultáneamente españolista, federalista y criptonacionalista. No es culpa suya que algunas federaciones le obliguen a dar por buenas todas las premisas de los nacionalismos periféricos, a la vez que otras le obligan a negar la única conclusión a la que estas premisas conducen. Él no es responsable de que Vara e Iceta lleven años compartiendo siglas.